Espacios sagrados para la práctica

Todas las diferentes culturas que han habitado el planeta a lo largo de su historia han mantenido una cosmovisión particular, una manera de entender la estructura, la evolución y el destino del universo. Procesando la información recibida a partir de la capacidad de percepción, el conocimiento y las habilidades y características subjetivas, se ha buscado siempre el modo de interpretar la naturaleza propia del ser humano y la naturaleza de todo lo que nos rodea, definiendo nociones comunes que se aplican a los diversos campos de la vida y la existencia, tratando de dar sentido a la manera en que se percibe y se interpreta el mundo. No es pues un hecho obviable que en todas las épocas y todas las latitudes de la tierra, a partir de esas diferentes cosmovisiones, se haya valorado siempre con determinación la importancia de dar lugar a la ubicación de espacios sagrados para rendir culto.

 

Espacios sagrados son considerados aquellos donde se viene realizando el encuentro o la fusión entre lo humano y lo divino, lugares donde se concede que lo etéreo o sagrado se manifieste para el ser humano, donde las condiciones proporcionan la posibilidad de una conexión entre el cielo y la tierra, lugares donde se hace manifiesta la espiritualidad.

La localización de los espacios sagrados más importantes no ha sido elección aleatoria del ser humano, pues son lugares en donde, debido a la intensidad de las fuerzas cósmicas o telúricas que los envuelven, se han producido anteriormente manifestaciones extraordinarias de carácter sobrenatural, manifestaciones de fuerzas divinas o fenómenos con particularidades fuera del alcance del raciocinio, no fácilmente reconocibles o entendibles, con identidades variables de origen desconocido, sutiles, con movimiento pero sin forma y generalmente invisibles para los no iniciados.

Dichas fuerzas, las cuales pueden hacerse presentes o manifestarse de diversas maneras en un espacio o ubicación concreta, tienen lugar por lo general en montañas con características peculiares u otros espacios naturales relacionados fuera del control del ser humano, tales como montes, campos, bosques, llanuras, cuevas o fuentes.

En estos lugares se produce una gran concentración de energías naturales, por lo que son centros desde los cuales el ser humano puede conectar más fácilmente con el cosmos, de ahí que se haya venido convocando a las diferentes divinidades en estos lugares mediante ritos o ceremonias, con la finalidad de lograr una concentración de energías superiores y así poder fortalecer el vínculo con las entidades cósmicas o divinas, con el fin de venerarlas o rendirles culto.

 

El ascenso a estos enclaves, como las montañas sagradas, ha significado siempre el emprender un viaje mágico al centro del mundo, mediante el acceso al lugar más alto donde conectar con los cielos, lugar idóneo para realizar una transmutación por su acercamiento a las fuerzas celestes, lugar donde obtener poderes sobrenaturales y acceder a otras dimensiones cosmológicas, entrar en estados que trasciendan la consciencia y la oposición entre la vida y la muerte; lugar donde los humanos pueden introducirse en el espacio divino.

 

En la cultura china, el ideograma de ‘Xian’, () hace referencia al ‘ser iluminado‘ o al ‘ser inmortal', este carácter está compuesto por dos ideogramas que significan respectivamente persona () y montaña (). La forma del carácter Xian nos viene a revelar la ancestral idea de que los inmortales en sus orígenes vivían en las montañas.

Desde tiempos remotos chamanes, brujos, magos, adivinos, hechiceros, oráculos, ascetas y todo tipo de personajes envueltos en el misticismo han encontrado en las montañas un entorno impecable en el que poder cultivar su interior para poder percibir y desarrollar las cualidades y sensibilidades especiales que los caracterizan. Allí han ubicado siempre los lugares ideales donde poder realizar las actividades en las que se venera el poder que envuelve y fluye a través de todas las cosas, tanto orgánicas como inorgánicas, lugares adecuados donde poder realizar todo lo relacionado con la magia, la alquimia, la astrología, la elaboración de pociones mágicas o elixires, dietas especiales, conjuros, encantamientos, invocaciones de energías mediante danzas rituales, meditaciones y todo tipo de comunicación con otros seres.

 

En su afán de dar cobijo permanente a estos enclaves ceremoniales, el ser humano en su evolución ha ido construyendo diferentes tipos de edificaciones en estos espacios sagrados donde las fuerzas se manifiestan. Es por ello que las construcciones de lugares ceremoniales se han ido repitiendo en los mismos espacios durante el transcurso de las diferentes épocas, culturas y credos que han ido habitando los lugares donde se ubican. Así ocurre que aunque las culturas y pueblos en ciertas latitudes hayan ido cambiando de estructura o creencia, los lugares ceremoniales o de adoración se han ido construyendo siempre unos encima de otros, manteniendo el mismo lugar, puesto que las fuerzas divinas no han dejado de manifestarse en dichos espacios en los que han tenido encuentro con los humanos, a veces por acción espontánea, a veces por invocación en los ritos, pero siempre accediendo en ellos a emprender viajes sagrados sin importar la descripción de la creencia o religión que lo ocupe en cada época.

 

Guiados por su pensamiento cosmológico, las diferentes culturas han erigido construcciones ceremoniales o altares en emplazamientos en los que por sus peculiaridades se asemejan a la imagen de la representación de las energías presentes en el cosmos. El sentido de dar lugar a estos espacios implica el entendimiento de que la propia construcción simboliza la puerta de entrada a los cielos. Tal es así que la configuración arquitectónica en la edificación de las diversas zonas que albergan los lugares de culto o templos, obedece a una reproducción de la definición del orden cósmico, acondicionando tales espacios para que los humanos se integren plenamente en la obra superior de la creación del universo. Sírvase como ejemplo los templos, siempre vinculados a sus plazas, dos elementos arquitectónicos unidos debido al sentido simbólico y geométrico de los espacios contemplados tradicionalmente sobre el cosmos, como puedan ser el área cuadrangular de la tierra y el cielo piramidal. Escenarios ambos fervientes para la adoración de las deidades.

 

Los templos han sido los sitios reservados para los monjes, sacerdotes, o iniciados, puesto que han sido siempre los más indicados debido a su formación o debido a la evolución de sus características sensitivas, al haber desarrollado esa apertura de conciencia tanto para poder invocar las energías supremas mediante la realización de rituales como para poder recibir y entender las respuestas de las deidades, ya sea a través de interpretaciones de señales físicas, símbolos, imágenes, visiones o sensaciones.

 

Las plazas o patios han sido siempre los espacios dedicados para que la población sea participe de tales las ceremonias y rituales mediante la celebración de danzas y otro tipo de invocaciones iniciáticas en las que poder crear una sinergia para unificar sus espíritus con una fuerza mayor, la de todos los partícipes al mismo tiempo en un mismo lugar, amplificando así el poder de emanación o proyección de dichas invocaciones. De esta manera la comunicación de los reinos inferiores puede ascender a los superiores y las bendiciones de estos reinos superiores pueden descender y extenderse por las inferiores. Convirtiéndose así los ámbitos ceremoniales en ombligo y punto de partida de la conexión entre el cielo y la tierra, en Axis Mundi.

 

Asimismo las cuevas, lugares especiales donde sentir la fuerza de la tierra, de las fuerzas telúricas. Éstas tienen la particularidad de ser puertas de entrada al inframundo, al funcionar como caminos de acceso al interior de la tierra, puertas al más allá para encontrarse con lo más profundo de nuestro ser.

 

En la cultura del taoísmo, tanto las prácticas alquímicas de cultivo espiritual como las prácticas de ejercicios psico-físicos han sido desarrolladas con la característica de trabajar sobre las energías que nos envuelven y con las energías presentes en el cuerpo humano, lo mismo ocurre en la práctica de las artes marciales de carácter interno, vinculadas igualmente a los trabajos de cultivo interior. Todas estas prácticas han estado siempre relacionadas tanto en su evolución como desarrollo al contexto de las montañas sagradas y a los templos ubicados en ellas, pues estos espacios sagrados han sido siempre los lugares ideales para llevar a cabo los objetivos de desarrollo espiritual al que nos llevan estas artes.

Así como nos cuentan en las historias y leyendas chinas, los más célebres personajes relacionados con el cultivo espiritual y  las artes marciales consiguieron alcanzar las habilidades que les permitieron acceder a dimensiones superiores siempre en estos espacios sagrados, válganse como ejemplo los míticos personajes de Xuan Wu y Zhang Sanfeng en las montañas de Wudang.

 

Los espacios sagrados son en definitiva lugares especiales para intensificar el trabajo interno de nuestra práctica, lugares que nos vienen a recordar que nuestra misión en esta tierra es proveer a nuestra conciencia de ‘alas’ para subir a otro nivel, aunque nuestro cuerpo, como el de la serpiente, se arrastre por el suelo, por lo terrenal. 

 

 

 

© Alex Mieza ‘Zī Xiǎo’ (资晓)

16th Generation Wudang Sanfeng Pai

武当三丰派第十六代西班牙传人 

  

 

  

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Artículo publicado en ‘ElBudoka’ revista pionera de habla hispana de Artes Marciales:

 

http://www.elbudoka.es/revista/budoka45.pdf